La empresa de micros Turbus culpó al chofer por la tragedia de Mendoza en la que murieron 19 personas ya que, según ellos, no respetó el límite de velocidad.
Francisco Javier Sanhueza tiene 37 años y hace casi 3 que había empezado a trabajar en la mayor empresa de transporte de pasajeros de Chile: Turbus.
El viernes a la noche, cuando se sentó al volante del interno 2267 estacionado en la Terminal de Mendoza, era un chofer chileno que ya conocía la ruta que iba a recorrer: Tenía por lo menos un año de experiencia manejando en la Alta Montaña, según informaron desde la empresa.
Es decir que conocía bien la Curva del Yeso y el cartel de 40 km/h de velocidad máxima que al borde la ruta alerta a los conductores. También sabía que, pese al cartel, en ese sitio del Corredor Internacional y a esa hora (pasadas las 12 de la noche) no hay autoridad que haga cumplir el límite de velocidad.
Las graves consecuencias de su imprudencia están a la vista: para los investigadores, Sanhueza es el único responsable de la peor tragedia vial de Mendoza.
El domingo, el fiscal Gustavo Pirrello decidió imputarlo por homicidio simple con dolo eventual por las 19 muertes y por las lesiones leves, graves y gravísimas dolosas que provocó a los más de 20 heridos, un delito con penas de 8 a 25 años de prisión. Ahora está alojado en la cárcel de Boulogne Sur Mer, donde deberá preparar su defensa para explicar por qué -según indican las primeras pericias- dobló a 100 km/h en un lugar donde hay que hacerlo a 40 km/h.
Pero no sólo en la Justicia apuntan a él como causante de la tragedia. En la propia Turbus reconocen que hubo «una negligencia humana» de su parte. Así lo aseguró al diario Los Andes su gerente de Comunicaciones, Victoriano Gómez, quien no confirmó si lo asistirán con un abogado mientras dure la instrucción.
«Estamos analizando qué hacer si se descubre que tuvo un actuar intencional. Hoy lo que nos preocupa es dar la mayor asistencia a las víctimas y sus familiares. El tema del conductor se analizará con el equipo jurídico», informó el vocero de la empresa, que envió a Mendoza a un grupo de expertos para que hagan su propio peritaje del accidente.
«Nosotros lo que podemos hacer es colaborar, vamos a ser respetuosos del resultado de la investigación», detalló Gómez.
Sin embargo, descartó una falla mecánica en el micro «porque tenemos los informes que avalan el mantenimiento. Es un buen bus, con 5 años de antigüedad». Por eso, Turbus admite que la tragedia se originó en la imprudencia del conductor: «Todo hace pensar que la persona no iba respetando la velocidad, que efectivamente ha habido una falla humana. Uno lo tiene que lamentar por que era absolutamente evitable», afirmó Gómez.
También relató que apenas se enteraron del vuelco del micro, en plena madrugada, intentaron comunicarse con ambos choferes: Sanhueza no los atendió porque en ese momento estaba siendo asistido por algunas heridas en el hospital de Uspallata; el que sí contestó su teléfono fue su compañero, Pedro Vargas, quien estaba «shockeado, muy consternado» y sólo atinó a balbucear palabras como «ha sido terrible» y «no puedo hablar».
«No tenía la capacidad para poder explicar qué pasó», resumió el vocero de la empresa. Vargas -quien venía durmiendo cuando volcó el micro- fue liberado el sábado a la noche y ya volvió a su país, Chile.
Sobre las quejas de muchos familiares de víctimas acerca de que la empresa no les ha brindado ningún tipo de asistencia, el vocero de Turbus se mostró sorprendido y aseguró que han abierto una oficina en Mendoza para atender cada caso, aunque no precisó dónde. «Vamos a llamarlos uno por uno para ponernos a disposición de las familias», prometió Gómez.