Antecedentes de abuso de alcohol y drogas, automutilación, trastorno bipolar y depresión, ya no son un impedimento para enrolarse en el Ejército de EEUU. Así lo establece una resolución de la institución, promulgada en agosto pasado, aunque no anunciada. USA Today tuvo acceso a ese documento, una decisión que desató la polémica a todo nivel.Detrás de la decisión, está el abismo: la necesidad de reclutar a 80.000 nuevos soldados, — que no es un número tan grande para un país con una población que ronda los 325 millones de habitantes — con el horizonte puesto en septiembre de 2018, parece justificar la decisión de abrir el juego a personas con problemas de salud mental.
Ya el derrumbe de la calidad de los aspirantes se hizo patente el año pasado. Así, para cubrir la meta de 69.000 nuevos uniformados, el Ejército aceptó más reclutas que tuvieron un pobre desempeño en pruebas de aptitud, aumentó el número de exenciones otorgadas para el uso de marihuana, y ofreció cientos de millones de dólares en bonos.
«Esto es cosa de locos, y nunca mejor dicho», es la primera impresión que tiene acerca del tema el analista militar Juan Aguilar, quien incide en que «quienes tenemos vida militar y conocemos muy bien las Fuerzas Armadas (FFAA) siempre hemos tenido muy en cuenta el peligro que supone entregar armamento de cualquier tipo a alguien que tiene síntomas de enfermedad mental».
«Estamos ante un síntoma: que las FFAA tienen graves problemas para cubrir las bajas y mantener el despliegue operativo», entiende el también periodista.
En declaraciones a USA Today, el portavoz del Ejército, teniente coronel Randy Taylor, ustificó que la decisión de reclutar a personas con antecedentes de problemas mentales y adicciones, es posible gracias a que el Ejército ahora cuenta con acceso a más información médica sobre cada posible recluta. Y es que en 2009 la institución había prohibido las exenciones debido a la oleada de suicidios entre sus tropas.
Aguilar sostiene que esta defensa que hace el militar sobre la decisión «es una tomadura de pelo». (…)»Hay un mínimo de prudencia que te dice ‘yo no sé cómo va a actuar esta persona en un momento determinado’, (…) porque igual va en un carro (de combate) de 70 toneladas lanzando obuses de 150 milímetros con una capacidad explosiva tremenda».
Porque tu no puedes controlar que ese soldado llevado por el pánico, o un trastorno bipolar, o por una situación de alto estrés, o simplemente ‘el mono’ (síndrome de abstinencia) por una adicción y no tener posibilidad de cubrirla, se líe a tiros y asesine familias, civiles, mujeres y niños, es un crimen de guerra».