Moreno intentó justificar su conducta aceptando que conocía a Diez y que mantenía contacto por chat, pero que lo hacía porque lo quería de “informante”.
Sin embargo, era el propio prefecto el que le comunicaba a Diez información confidencial sobre las causas de narcotráfico – y en particular- el resultado de los allanamientos, secuestros y que éste aparecía agendado en teléfonos de personas imputadas.
Al ser consultado sobre esas cuestiones, dijo que sus superiores no estaban al tanto de las tareas que realizaba y que tampoco había sido autorizado para llevarlas a cabo.