Ya lo había dicho Hipócrates, padre de la medicina griega, 460 años a.C.: «que tu medicina sea tu alimento y el alimento tu medicina». Desde los comienzos de nuestra historia, la principal motivación del ser humano fue encontrar el alimento para mantenerse vivo, fuerte y nutrir a los suyos.
Sin embargo, hoy lo que comemos puede dañarnos severamente. La altísima demanda de alimentos, la competencia productiva dentro de la industria alimenticia y las exigencias para abaratar costos en la última década provocó el aumento de manera alarmante del uso de plaguicidas en la agricultura.
EL GLIFOSATO: EL ENEMIGO PÚBLICO. En el año 1991 se utilizaban cerca de 100 millones de litros de agroquímicos (herbicidas, insecticidas, funguicidas) y en el 2012 la cifra escaló a 317 millones. En la Argentina el agroquímico clave es el glifosato: se aplican más de 300 millones de litros por año distribuidos en unos 28 millones de hectáreas de nuestro país. El año pasado este herbicida fue señalado como «probable cancerígeno para los seres humanos» por la OMS (Organización Mundial de la Salud).
En la Argentina el agroquímico clave es el glifosato: se aplican más de 300 millones de litros por año
«Los agroquímicos son muy perjudiciales para nuestra salud y están en todos lados porque viajan a través del agua, el aire y la comida. Los hemos encontrado en frutas y verduras y hasta en toallitas femeninas –explica Nicolás Loyacono, médico del Hospital de Clínicas, experto en Ambiente, Salud y Neurodesarrollo–. Tiene una relación directa con el autismo, genera problemas de fertilidad, abortos espontáneos, cáncer, malformaciones, enfermedades metabólicas, inmunologías, diabetes e infecciones. Los químicos quedan pegados como el pelo al chicle, es muy difícil de sacárselos de encima».
UN FUTURO SIN QUÍMICOS. A principios del siglo XX nació el movimiento orgánico en Europa. No tardó en llegar a Estados Unidos y el resto del mundo. Si bien en la Argentina no es tan sencillo acceder a los alimentos libres de agroquímicos, vamos avanzando a paso firme.
De hecho, en 1999 se promulgó una ley (Nº 25.127) con una serie de medidas precautorias que obligatoriamente tienen que respetar los productores de cultivos orgánicos. «Quienes quieran producir con este valor agregado tienen que acercarse a una de las cuatro empresas certificadoras avaladas por el SENASA –OIA, Argencert, Food Safety y Letis– y cumplir una lista de normas que garanticen tanto la calidad de sus productos como el cuidado del medioambiente», explica el ingeniero agrónomo Facundo Soria, coordinador del Área de Producción Orgánica del Ministerio de Agroindustria de La Nación. Y enumera los puntos más importantes de esta ley: «Tienen que mantener o mejorar la fertilidad del suelo (física, química y microbiológica), promover la biodiversidad, no aplicar productos de síntesis química ni organismos genéticamente modificados, poseer trazabilidad (documentos y registros) y brindar bienestar animal».
Además, cada productor agropecuario tiene que tomar medidas precautorias para evitar la contaminación vecina: «Si bien en la ley no especificamos un espacio estipulado, es importante que dejen unos 10 o 20 kilómetros de distancia entre campos, que construyan caminos o zonas de amortiguamiento y que coloquen cortinas forestales y arbustivas». Sin embargo, hay quienes dicen que todo es «una mentira del marketing» y que decir que la agricultura orgánica no utiliza agroquímicos es falso. «El principal problema es su baja producción, que implica precio alto y un mayor impacto ambiental. Si toda la agricultura del mundo fuera orgánica sería una catástrofe ambiental porque no tendríamos suficiente suelo cultivable. Además, el uso de estiércol de origen animal aumenta la probabilidad de las contaminaciones alimentarias», asegura el doctor en Bioquímica y Biología molecular por la Universidad de Valencia José Miguel Muleta.
El autor de Transgénicos sin miedos y Comer sin miedo va más allá, y agranda la polémica: «En la misma clasificación del glifosato se encuentran productos tan populares en la cultura argentina como la carne roja y el mate cocido. Por lo tanto, el glifosato es tan cancerígeno como el mate o como un asado, con la diferencia que el asado o el mate te lo comes o bebes y el glifosato no. ¡Pero no he visto a ningún grupo ambientalista pidiendo la prohibición del salame!».
LA SOLUCIÓN ORGÁNICA. Restaurantes, viandas, mercados, ferias… El boom orgánico ya llegó a todo el mundo, aunque sus líderes indiscutidos son Estados Unidos y Europa.
El primero en ventas es EE.UU., donde el año pasado se recaudaron más de US$ 43 mil millones, según la Organic Trade Association (OTA). La producción de alimentos ecológicos asciende a un 5% de la industria alimenticia. Luego sigue Europa, que en 2014 ya facturaba millones de euros en productos orgánicos: los cuatro mayores mercados fueron Alemania (7,9 mil millones de euros), Francia (4,8 mil millones de euros), el Reino Unido (2,3 mil millones de euros) e Italia (2,1 mil millones de euros). Si bien la producción orgánica en la Argentina está muy por debajo de la del Viejo Continente, en los últimos 25 años creció de manera avasallante.
Nuestro país tiene más de 3 millones de hectáreas certificadas de producción orgánica (estamos segundos en el ranking mundial, después de Australia). El 99% de esta producción (calculada en más de 160.000 toneladas está destinada a la exportación) y, de a poco, el consumo interno empieza a crecer. Según las últimas estadísticas del SENASA la oferta incluye a 1.074 productores, 313 elaboradores y 109 comercializadores especializados, mayoritariamente pymes, con presencia de cooperativas.
PARA COMER MEJOR. «El pollo, el salmón, el cerdo, la vaca, las verduras, las frutas, el pan, los cereales, los alimentos en general, no son ni buenos ni malos en sí. Dependen de algunas condiciones, como, por ejemplo, dónde y cómo fue cultivado, alimentado, cuidado», dice Antonio Soriano, chef ejecutivo del Palacio Duhau-Park Hyatt Buenos Aires. Hoy vivimos un despertar de esta industrialización de la comida, y empezamos a entender que somos lo que comemos. Lamentablemente nuestra plaza está invadida de productos transgénicos, carne de feedlot y animales llenos de antibióticos que terminan generando desde intoxicaciones leves hasta enfermedades graves. No tenemos todavía mucha información al respecto. La única solución a esto es el conocimiento. Y esa exigencia para seguir sanos hay que llevarla a nuestros hogares y estar informados para saber que comemos alimentos naturales, frescos, en temporada y con sabor a comida».
LA MESA ESTÁ SERVIDA. Las frutas y verduras más contaminadas, según el libro Nutrición Holística de Florencia Dafne Raele son la manzana, el apio, el morrón, el durazno, la frutilla, la pera, la uva, la espinaca, la lechuga, el pepino, los arándanos y la papa. Y los más limpios: cebolla, choclo, ananá, palta, repollo, espárragos, mango, berenjena, kiwi, melón, batatas, arvejas, sandía, hongos y pomelo.
Manzana, apio, morrón, durazno, frutilla, pera, uva, espinaca, lechuga, pepino, arándanos y papa, los más contaminados
Y para terminar, Florencia Dafne Raele, médica especializada en Nutrición Holística, da algunos tips para comer mejor sin gastar mucho más:
-Consumir alimentos de estación (sin que sean necesariamente orgánicos) nos garantiza que sean más naturales y ricos en nutrientes que los que se consumen fuera de estación (que generalmente son madurados en frigoríficos o viajan largas distancias para llegar hasta nosotros).
–Lavar bien los alimentos antes de consumirlos nos permite reducir la cantidad de tóxicos que contienen.
-Se recomienda lavar las frutas y vegetales con agua potable mezclada con un chorro de vinagre o una pizca de bicarbonato de sodio (dos desinfectantes económicos y accesibles).
–Pelá las frutas. La piel es el principal foco de intoxicación. Podés limpiarlas bien con un cepillo o pelarlas, pero en sus cáscaras se encuentran la
mayoría de las vitaminas y los minerales.
-Tener en cuenta algunos mercados de productores: x COECO hace envíos a domicilio. Más info: www.coeco.com.ar. x Mercado Solidario Bonpland hace ferias martes, miércoles, viernes y sábados de 10 a 20, en Bonpland 1660, Palermo. x Sabe la tierra hace ferias en Capital Federal, San Fernando, Tigre, Pilar y Florida. Más info: www.sabelatierra.com. x Jardín orgánico hace envíos a domicilio. Más info: www.jardinorganico.com.ar
texto AGUSTINA D’ANDRAIA
adandraia@atlantida.com.ar