Alberto Youssef es uno de los mayores delincuentes de Brasil y estaba condenado a 121 años de prisión en el escándalo de Petrobras, por lavar dinero y repartir sobornos.
Alberto Youssef, uno de los mayores delincuentes de Brasil, condenado a 121 años de prisión en el escándalo de Petrobras por lavar dinero y repartir sobornos, fue liberado hoy de la cárcel gracias a un acuerdo de delación que alcanzó con el juez Sergio Moro, quien lleva adelante la causa por ese caso de corrupción.
Yousseff se dedicó desde siempre a las estafas y luego hizo carrera como especialista en lavar dinero y girar ilegalmente dinero al exterior y repatriarlo: se lo conoce como ‘doleiro’ en Brasil, porque funciona como un agente de cambio clandestino.
Este «delincuente profesional», como lo calificó el propio juez Moro, la punta del iceberg del escándalo de corrupción en Petrobras. Había sido detenido en 2014, hizo un acuerdo de confesión para reducir su pena y hoy puede ver la luz del sol.
Tendrá una tobillera electrónica para la prisión domiciliaria hasta febrero. Vivirá en el barrio Vila Nova Conceicao, uno de los más exclusivos de San Pablo, con vista al Parque Ibirapuera, el gran pulmón verde de la metrópoli más grande de Sudamérica.
«El volverá a ser empresario», prometió Antonio Basto, el abogado del contrabandista de dinero.
Youssef fue uno de los que dio las pistas de la Operación Lava Jato a los investigadores, ya que era la mano derecha de los negocios turbios del Partido Progresista (PP), la fuerza que según los fiscales recaudaba dinero de sobornos en contratos en las gerencias del medio escalón de Petrobras al igual que el Partido de los Trabajadores y el Partido del Movimiento de la Democracia Brasileña (PMDB).
Respondía al PP -el partido con más involucrados en el escándalo y que hasta hoy siempre forma parte de los oficialismos en Brasil- el ex director de Petrobras Paulo Roberto Costa, otro que hizo un acuerdo como delator y ahora goza de libertad tras haber sido sentenciado a 21 años de cárcel y a devolver más de 20 millones de dólares que tenía en Suiza.
Según Costa, un funcionario de carrera de Petrobras, la corrupción en la petrolera con sobrefacturación de contratos a cambios de sobornos de constructoras se remonta a los años 80. Otro delator, Néstor Cerveró, también funcionario de carrera, dijo recaudar para el PMDB, el partido del presidente Michel Temer.
Otros ex directores presos, puestos por el PT, no aceptaron un acuerdo de delación y cumplen penas dictadas por Moro en primera instancia.
Pero el caso de Youssef es de reincidencia y es un viejo conocido de Moro. El contrabandista, hijo de un libanés y una brasileña, nacido en Londrina, estado de Paraná, a 506 kilómetros de la frontera con la provincia de Misiones, ya violó un acuerdo de delación hecho con el magistrado.
Fue en 2003, cuando Moro le perdonó la pena a cambio de que el ‘doleiro’ le confesara cómo fugó del país en los años ’90 unos 30.000 millones de reales que sirvieron para vaciar el banco público del estado de Paraná, el resonante caso Banestado.
Desde 2003, con este perdón del juez Moro, entonces un ignoto miembro del Poder Judicial, Youssef abrió tres empresas de cambio y turismo y de servicios de consultoría como fachada para sus servicios de lavado de dinero. Seguía, como en sus inicios en el delito, participando del contrabando desde la vecina CIudad del Este, Paraguay.
A inicios de 2014, Youssef comenzó a ser investigado por la policía por escuchas telefónicas hechas en su celular con varios legisladores del estado de Paraná: nacía el escándalo que hoy se conoce como «Petrolao». Y fue detenido luego de ir a entregar una valija con varios millones de dólares a un funcionario vinculado a la hija del ex presidente José Sarney, del PMDB.
«Youssef es un profesional del crimen», aseguró Moro, quien aceptó la propuesta de la Fiscalía de hablar pero mostrando documentos que involucren a la trama de Petrobras.
Para algunos analistas, la contribución de Youssef fue plantar las semillas para golpear al gobierno de Dilma Rousseff y usar políticamente la investigación con el objetivo de reducir el poder de la estatal Petrobras en la disputa mundial del petróleo.
Lo cuenta hoy el columnista Janio de Freitas en Folha de Sao Paulo: «Contribuyó el beneficiado a devastar Petrobras, el PT y al ex presidente Lula, como si fuera un pacto con alguien Todos los que contribuyeron a esa misión van recibiendo su premio de libertad y reencuentro con la vida afortunada. Ninguno es de una clase social no privilegiada, lo que hace ridícula la idea propagada de que la justicia en Brasil ahora tiene una mirada diferente hacia las clases sociales».
Fue Youssef usado como fuente de la revista Veja, el viernes anterior al balotaje entre Rousseff y Aecio Neves, en octubre de 2014, con el titulo «Lula y Dilma sabían», algo que nunca fue dicho en sede judicial ni con pruebas.
Rousseff venció en esas elecciones y fue reelegida, pero su segundo mandato quedó trunco con su destitución, el 31 de agosto pasado, en juicio político por delitos contables en el presupuesto nacional.
La Operación Lava Jato había carcomido el humor social sobre el gobierno de Dilma, que fue heredado por ex aliados que ahora negocian en el Congreso, a pedido de la Fiscalía, endurecer las penas por corrupción, pero sin retroactividad.
Por Pablo Giuliano
Telam