La pelea de fondo es en Buenos Aires. Las quimeras de Cambiemos, el kirchnerismo, 1Pasís y Randazzo sobre qué pasará en octubre con los “adherentes débiles”.
Cuando faltan apenas dos semanas para las Primarias Abiertas Simultáneas y Obligatorias (PASO) del 13A, en los búnkers de campaña hacen números, eligen mucho aquellos que más les cierran y elaboran quimeras sobre cómo pueden crecer entre agosto y octubre.
En la pelea de fondo, la de la provincia de Buenos Aires, que protagonizan la expresidenta Cristina Kirchner, el exministro de Educación Esteban Bullrich, el exjefe de Gabinete Sergio Massa y el ex ministro del Interior y Transporte Florencio Randazzo, las encuestas todavía arrojan datos disímiles. La mayoría de las que se fueron conociendo muestran primera a la exmandataria y segundo a Bullrich, aunque el candidato de Cambiemos trepa al primer puesto en un par (siempre en un virtual empate técnico) y Massa se cuela segundo en otro par; Randazzo está en todas relegado al cuarto puesto.
En ese marco, se da por hecho que Cristina sale primera o, en el peor de los casos, segunda; el Gobierno se ilusiona con ganar por un voto pero da la sensación de que se conforma con quedar segundo con una buena diferencia; el massismo apuesta todo por un segundo puesto; y el randazzismo, por pelear el tercer lugar con Massa.
Macrismo
En el Gobierno, y en Cambiemos, el lema motivador es la posibilidad de “ganar la Provincia por un voto”. Hay quienes admiten una diferencia difícil de remontar, y quienes prefieren destacar las encuestas que dan a Bullrich y a Cristina peleando cabeza a cabeza.
En ese marco, no son pocos los que creen que el oficialismo también hace negocio si Bullrich pierde por poco, sobre todo si Massa termina por debajo del 20% ya que confían en que, de ser así, buena parte de los votantes del trigrense elegirán a los candidatos de Cambiemos en octubre. En la misma línea, en el búnker oficialista miran con esperanza el crecimiento que dicen observar en Randazzo, que, siempre según esas ecuaciones, restaría votos a Massa creando un escenario más polarizado entre la expresidenta y el exministro de Educación. Con respecto a Cristina, se muestran convencidos de que su voto está muy definido y es difícil que se aleje demasiado –para arriba o para abajo- del 30%.
Para el día siguiente a las PASO, ya hay una lectura posible que planteó abiertamente el ministro del Interior, Rogelio Frigerio, que incluso servirá para atenuar un resultado no del todo bueno. «Seguramente (vamos a ganar) en el 70, 80 por ciento de los municipios de Buenos Aires (…) El fenómeno kirchnerista se está encapsulando a nivel, diría, municipal. Hay algunos municipios de la provincia de Buenos Aires, sobre todo de la tercera sección electoral, donde todavía la ex Presidenta tiene adhesiones, pero en el resto de la provincia y el resto del país prácticamente ya no tiene mayor presencia», deslizó Frigerio él viernes en una entrevista con la agencia DyN.
En cuanto a la campaña, el tema dólar se metió de lleno como otro elemento incómodo para el Gobierno y muy visible en la discusión sobre la economía. En Casa Rosada plantean además que no están jugando las figuras más conocidas de Cambiemos, salvo Lilita Carrió. Hasta último momento seguirán con los timbreos y el presidente Mauricio Macri tiene previsto un recorrido que lo muestre en la mayoría de las provincias en las que sueñan con ganar.
Kirchnerismo
Con la tercera sección electoral, con La Matanza como tradicional e inmutable bastión K, Cristina Kirchner busca imponerse en las PASO desde Unidad Ciudadana con al menos los 35 puntos que obtuvo en 2015 Aníbal Fernández, bautizado como el peor candidato del peronismo.
Sin el sello del PJ, apuesta a encolumnar el voto opositor a Cambiemos como la única figura capaz de ganarle a los candidatos de María Eugenia Vidal.
Su foco de atención es la economía popular y la comparación con su administración.
Se trata de una polarización a la que, con otros argumentos, el propio Gobierno apuesta también. Por eso llevó a cabo una campaña audiovisual despojada de su imagen (con altos índices negativos) intercalada con desembarcos en distritos donde hay un fuerte rechazo a alguna medida de la Casa Rosada.
Sus precandidatos también hacen recorridas con la misma lógica, con énfasis en el Conurbano y menos en el interior de la provincia, donde históricamente al kirchnerismo le costó penetrar.
En el búnker cristinista no creen que Randazzo o Massa les pueda robar electores para las PASO pero, si llegan a imponerse en esos comicios, confían en que el voto negativo a Cambiemos puede derivar en un voto útil en unas nacionalizadas legislstivas.
Massismo
En el 1País, el frente de Massa y Margarita Stolbizer, dicen tener expectativas de hacer “una gran elección en la Provincia”. Apuestan sobre todo a la “gran diferencia” que confían sacar en la primera sección electoral y a hacer también una muy buena elección en la tercera sección (entre las dos, suman un total de nueve millones de votantes).
“En el interior estamos palo y palo con Cambiemos y en el conurbano estamos muy bien”, aseguran desde el massismo.
La aspiración es lograr en las PASO el segundo puesto en el que los ubican las encuestas en las que eligen confiar –en otras aparecen claramente en tercer lugar- y crecer en las elecciones de octubre gracias a que, dicen, “Sergio no tiene techo” y, según como termine en agosto, podría conseguir luego buena parte del voto del “adherente débil” del Gobierno.
En cuanto a la campaña, están satisfechos con cómo “pegaron” los temas que plantearon: la inseguridad y, sobre todo, el tema precios. Y seguirán planteándose como la posibilidad de superar “la grieta” de “ajuste y gobierno de ricos contra volver al pasado”, y mostrando “al equipo” y al exministro de Economía Roberto Lavagna, que no es candidato.
Randazzismo
«Es una pelea difícil», admite el propio Randazzo.
Sin PASO con Cristina, el exministro del Interior se quedó con el PJ para disputar desde Cumplir una elección en la que prevalecen más los personalismos. Su gestión en Transporte e Interior son sus pergaminos.
Partiendo desde abajo en las encuestas (en las que dice no creer), confía en sumar más puntos de lo que les auguran. Su piso inicial era cuando aún no había roto el silencio.
Hasta el 13A, Randazzo va a visitar un distrito por día. Oriundo de Chivilcoy y con un acompañante de la boleta de Bolívar (el intendente de licencia Eduardo «Bali» Bucca) su fuerza radica en los pueblos del interior provincial.
Sin pensar en disputar el primer puesto, busca instalarse en las PASO para consolidarse de cara a las generales frente a Massa por un eventual tercer puesto. Ambos comparten casi la misma cantidad de intendentes detrás de su candidatura, si bien el Frente Renovador ya va por su tercera elección.
La pulseada a futuro del exministro es por erigirse como representante del PJ en el principal distrito del país frente a La Liga de Gobernadores que buscarán jubilar al kirchnerismo en 2019.
Cronista