La reacción de Casa Rosada tras la difusión de los índices de pobreza. El sindicalismo y la reunión con el Papa.
Sin sorpresas. Así recibió ayer Mauricio Macri la alta cifra de pobreza en el país, que según el INDEC registra un 32,2 por ciento. «Era esperable, coincidente con las estadísticas de la UCA», aseguró a Infobae un importante funcionario que participó por la tarde de las reuniones en Olivos, antes de la conferencia de prensa en la que el Presidente buscó sentar posición sobre el tema.
«Sobre esto acepto ser evaluado como Presidente», dijo Macri tras una brevísima introducción y entre las diez preguntas que respondió de la prensa en la sala de conferencias de Olivos, que no frecuentaba desde diciembre del año pasado. Fue la frase que el equipo de comunicación presidencial buscó resaltar. El puntapié inicial para resaltar uno de las tres promesas de campaña, la de «pobreza cero», que el propio jefe de Estado reconoció como «inalcanzable» en al menos los primeros cuatro años de gestión, si es que después consigue la reelección en 2019.
«No especulamos con eso. Vamos a bajar la pobreza seguro», contestó a este medio un alto asesor del entorno presidencial cuando se le consultó si la dolorosa cifra no podía ser leída como la oportunidad de mostrar en la próxima medición una baja considerable, si es que la inflación retrocede, si se reactiva la obra pública y si el Gobierno propicia una mejora en la economía que derrame en los sectores más postergados.
Frente a las cámaras, y puertas adentro, el Gobierno prefirió remarcar «el sinceramiento» de los números por sobre la crueldad de la cifra, de 8,7 millones de pobres y 1,7 millones de indigentes.
Sin embargo, el desafío de Macri, que se enteró ayer de las cifras -los ministros Alfonso Prat-Gay, Carolina Stanley y el jefe de Gabinete, Marcos Peña, lo sabían de antemano-, es congeniar la divulgación del índice del INDEC con las pretensiones del resto de los actores de la sociedad, en especial con el sindicalismo, que presiona por un paro general, por una reunión con el propio Presidente y por la reapertura de las paritarias. La reunión del triunvirato de la CGT con Prat-Gay cobra otra relevancia. La versión que circulaba anteayer en Casa Rosada era que un bono de fin de año podía ser una de las opciones para apaciguar el ánimo sindical.
La otra de las incógnitas pasa por dilucidar el clima que atravesará la audiencia privada que el Papa Francisco y Macri mantendrán el próximo sábado 15 de octubre, en Roma, en vísperas de la canonización de Juan Gabriel Brochero.
La difusión de los índices de pobreza e indigencia -que para Francisco no son nuevos por el antecedente del Observatorio de la UCA- le suman otro condimento a la relación agridulce entre el Vaticano y la Casa Rosada. En especial luego de los dichos de Marcelo Sánchez Sorondo, canciller de las Academias de Ciencias y Ciencias Sociales del Vaticano. «Muchas veces no se entiende qué quieren en el Gobierno», dijo, en medio del encuentro del sábado pasado entre la CGT, la Iglesia y los movimientos sociales.
Por Federico Mayol
Infobae