Cada salto en las generaciones de redes móviles trajo consigo una gran transformación en la forma en que las personas se conectan, trabajan y consumen contenido. Desde la llegada del 3G, que marcó el inicio de la navegación web en la década de los 2000, hasta el actual despliegue del 5G, la cual habilitó velocidades casi instantáneas y conexiones masivas; el avance no se detiene.
Y, en este escenario de cambios y evolución, ya se asoma el 6G. Un avance que apunta a redefinir el vínculo entre el mundo físico y el digital. Así, este no se limita a ser «más rápido» o «más potente», sino que propone una conectividad sensible al contexto, capaz de procesar información en tiempo real y de adaptarse a las necesidades de cada usuario.
Impulsado por Inteligencia Artificial (IA), aprendizaje automático y tecnologías cuánticas, busca anticiparse a las demandas de la sociedad hiperconectada, como por ejemplo, vehículos autónomos que se comunican entre sí, teledetección y entornos virtuales inmersivos e interactivos.
Aunque su presentación comercial se proyecta recién para el 2030, el desarrollo del 6G ya está en marcha en laboratorios y centros informáticos de todo el mundo.
¿Qué hace único al 6G?
El 6G no es solo un «5G más rápido». Se trata de una reinvención de la tecnología inalámbrica que afecta a Internet, basada en tres pilares revolucionarios:
- Frecuencias de terahercios: Operando en el rango de 100 GHz a 3 THz, mucho más allá de los 24-40 GHz del 5G, el 6G libera un ancho de banda sin precedentes, permitiendo velocidades de datos de hasta 1 terabit por segundo (50 veces más rápido que el pico del 5G). Este salto podría descargar una película 4K en milisegundos a través de Internet.
- Latencia de microsegundos: Con retrasos de tan solo 0,1 milisegundos, el 6G elimina el retardo perceptible, lo que hace posible la cirugía remota en tiempo real o la coordinación de vehículos autónomos.
- Redes nativas de IA: A diferencia del 5G, que se basa en IA externa para la optimización, el 6G integra el aprendizaje automático directamente en su infraestructura. Las redes de Internet se autooptimizarán, predecirán la congestión e incluso repararán las interrupciones de forma autónoma.
Estos avances se sustentan en protocolos de seguridad de nivel cuántico y diseños energéticamente eficientes, que abordan deficiencias críticas en las redes actuales de Internet.